Páginas

viernes, 4 de septiembre de 2009

Reseña de Javier Gato


En primero de carrera nos hablaban del proceso de creación literaria y de la diferencia, según Aguiar e Silva, entre el autor poseso y el autor artífice. Para todo el que conozca algo su trayectoria literaria, Nacho Montoto es sin lugar a dudas ese autor poseso que trabaja febrilmente horas y horas en su obra, tocado por las Musas con la manía o locura divina de la que hablaba Platón y que constituye el germen de toda poesía desgarradoramente auténtica y subyugante. Su primer libro es extremadamente original: Nacho Montoto ideó un poemario reversible compuesto de dos obras diferentes en su estilo y temática, unidas por el eje de sus páginas centrales u "Ouroboros", texto igualmente reversible que vincula ambos mundos, uno más sensible y otro más abstracto desde mi punto de vista.
Mi memoria es un tobogán vibra con los sonidos, olores y (sin)sabores de la vida urbana. Se inicia con un poema en el que la voz lírica nace a este nuevo mundo impregnada no sólo de líquido amniótico sino del ansia por sobrevivir. La siguiente parte, llamada Datos personales, se compone de tres poemas en que el poeta rememora su infancia y evoca el trágico recuerdo de la madre ausente, fallecida siendo el autor muy niño. De estos poemas sobresale "Y se marchó", texto compuesto con la misma técnica reversible que la totalidad del libro. Ciudad y Habitantes constituyen la parte central del poemario, en que el autor despliega una amplia baraja de visiones borrosas, de estampas incompletas, de esbozos cuyo inmenso valor poético reside no en el efecto sino en la potencia, no en lo que dicen sino en lo que sugieren sin acabar de pronunciar. Todas estas instantáneas a medio tomar ilustran el potencial poético que se esconde en las situaciones cotidianas del medio urbano, teñidas de un triste tono grisáceo y marcadas por una significativa insistencia por parte del autor en emplear palabras del campo léxico de la putrefacción y la frialdad. El último poema de esta parte, "Y se escandalizan", deja de ser una polaroid difuminada para convertirse en una de las pocas armas arrojadizas que contiene Mi memoria es un tobogán, las cuales vuelan mortíferamente contra el pecho del más encarnizado enemigo de Nacho Montoto: la hipocresía, la corrección política. Relaciones es la parte propiamente sentimental del poemario, en que Nacho Montoto utiliza la misma técnica del esbozo poético para acercarnos esta vez a la experiencia amorosa, y en Mi memoria es un tobogán, del mismo título que la primera parte del libro, he de resaltar los poemas "Borreguiles", una pintura negra sobre los insulsos consumidores de cocaína que encontramos en cualquier evento en este país; y "Tema 6", una crítica contra la hipocresía de los políticos y su verdadero desinterés en solucionar los problemas de sus agendas. Por último, Memorandum cierra la primera parte de este libro, evocando nuevamente el recuerdo de la madre ausente, imagen que inicia el poemario si se recuerda.
La otra cara de Mi memoria es un tobogán es Espacios inostenibles. El prólogo, escrito por Diego Vaya, es de una excelente claridad y explica excepcionalmente la técnica y significado de este poemario, lejos de los desvaríos pseudo-poéticos en que se están convirtiendo muchos prólogos. No, señores, no: una cosa es la poesía y otra, seria, rigurosa, filológica, es la crítica. Después del inteligentísimo Diego Vaya, poco se puede decir ya acerca de la cara oculta del poemario de Nacho Montoto. La obra consta de un corazón, los Espacios insostenibles propiamente dichos, flanqueados por dos Espirales y por dos partes, Luz y Oscuridad, que abren y cierran respectivamente el poemario. Los poemas del núcleo, escritos a modos de prosa, llevan la sugerencia poética y la elisión hasta sus últimas consecuencias, germinando en cada texto, como los "úteros congelados" en los que tanto se insiste, un no-espacio impresionista confeccionado a pinceladas, como un collage donde las palabras y sucintas descripciones del escenario sólo evocan una realidad sentimental, poética, mucho más profunda que lo aparente. Esta técnica del esbozo, junto con el concepto de lo reversible, del espejo, presente en ambas caras del libro, me hacen recordar la teoría platónica de las Ideas: quizá Nacho, en su búsqueda incansable de la belleza y de la verdad poética, esté intentando mostrarnos que la vida, que el mundo son sólo eso, pinceladas, lametones sensibles que remiten a un Mundo ulterior que se nos escapa, donde la Verdad y la Belleza priman por sí solas. Esto está muy conectado a la teoría estética del ilustrador de Espacios insostenibles, Miguel Gómez Losada, sobre la cual me gustaría hablar en otra ocasión. Las Espirales que flanquean el corazón del poemario son series de sintagmas vinculados entre sí por los dos puntos sucesivos, creándose entre ellos una función de equivalencia, de sinonimia. Estos sinónimos, frecuentemente insospechados, revelan el significado poético que trasciende a los meros sintagmas y que constituyen su verdad literaria, una serie de significados ocultos que brotan de connotaciones no siempre obvias para el lector pero que lo sumergen en la función de la literaria como proceso cognitivo, como método de aprendizaje de las cosas inefables que se ocultan tras los símbolos y conceptos que pueblan el misterioso universo de la poesía. La concepción especulativa que reside en las dos caras del poemario florece una vez más en las partes complementarias Luz y Oscuridad, cuyos poemas, también estructurados en forma de definición con sus dos puntos suspensivos, son completamente reversibles y "encienden" y "apagan" respectivamente el proceso de creación de espacios poéticos del poemario.
Un libro plagado de ingenio brotado a partir de una mente privilegiada, la del divino Nacho Montoto.

No hay comentarios: